Seguimos con los artículos
escritos por Josemari Esparza Zabalegi
que tuve el honor de ilustrar.
Eskerrik asko, JM!
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Hace un tiempo visité el museo del tenor Julián Gayarre en su casa solar de Roncal. Su figura es sin duda el principal símbolo musical de Navarra. Leí su abundante correspondencia en castellano e italiano, y me extrañó no ver las cartas en euskera a su familia. “¿Cartas en vasco de Gayarre? Imposible”, me dijo la encargada del museo cuando se lo pregunté. No quise polemizar con ella en un apacible día de excursión, pero tomé nota del desatino, una impostura más de la Navarra que padecemos: al mítico tenor navarro se le ocultaban, en su propia casa, sus señas más íntimas de identidad.
Para colmo, las cartas de Gayarre en su uskara roncalés ya se habían publicado y eran de dominio público. Negarlas es una tontería. La carta que en 1884 el tenor escribió a su tía Juana terminaba así:
“Ha cer vizia! Tia Juana maitia, amar urte chiquiago bagunu…! Gorainzi guziendako eta piyco bat neskachi pollit erronkarico guziat… Julián”.
Nacido en 1844, pastor en su valle natal, comenzó cantando en el Orfeón Pamplonés y en 1869 desembarcó en Italia, donde se consagró como uno de los mejores tenores líricos de la historia de la ópera. Como todos los artistas e intelectuales de su época, fue un apasionado cantor de la Uskal Herria, como decían los roncaleses. En 1882 aparece entre los primeros socios del Centro Vasco-Navarro de Madrid, junto con otros paisanos como Sarasate y Zabalza. Divulgador del Laurak Bat y del himno foral, “era notoria su predilección por las composiciones de Iparaguirre y, entre éstas, por el Gernikako Arbola –afirma su biógrafo Fagoaga, navarro y tenor como él–. Puede asegurarse que cuantas veces se celebraba una función en su honor, encontraba medio para incluir, en un intervalo o al final de la velada, el himno del bardo vasco”. Algunas veces lo hizo acompañado al violín por Pablo Sarasate. En marzo de 1886, el diario Iberia informaba que en el Teatro Real de Madrid, al final de su actuación, ordenó sacar el piano al escenario para cantarlo y tuvo que repetirlo dos veces.
Gran benefactor de su pueblo, en 1888 se inauguró el frontón de Roncal que había mandado construir y allí jugaron los mejores pelotaris del momento. Disfrutaba participando en las romerías populares de Navarzato, bailando el Txun txun al ritmo del txistu y tamboril y hablando el uskara roncalés con sus vecinos.
El 8 de diciembre de 1889 cantando El pescador de perlas en Madrid se le quebró la voz, y con ella la vida. Poco después fallecía. El ídolo se hizo mito y su apellido dio nombre a cientos de teatros, calles, instituciones y obras musicales, zortzikos, romanzas… El “Vasco navarro soy, del valle roncalés…” sigue siendo una de las canciones más populares de Navarra.
Empero, su ideología sigue bastante oculta. Dicen de él que era liberal republicano y que participó en las barricadas de la Revolución del 68, por lo que estuvo en la cárcel. También dicen que murió alejado de la Religión y, de hecho, su tumba no ostenta cruces. Como a Sarasate, también le atribuyen ser homosexual. Navarro, euskaldun, republicano, agnóstico y gay son demasiadas herejías para una tierra que, si bien le gusta blasonar la gloria del gran tenor, prefiere apañar su biografía.
Hace tiempo que no visito su casa-museo, pero espero que, al menos, estén ya las cartas a la tía Juana.
Gran benefactor de su pueblo, en 1888 se inauguró el frontón de Roncal que había mandado construir y allí jugaron los mejores pelotaris del momento. Disfrutaba participando en las romerías populares de Navarzato, bailando el Txun txun al ritmo del txistu y tamboril y hablando el uskara roncalés con sus vecinos.
El 8 de diciembre de 1889 cantando El pescador de perlas en Madrid se le quebró la voz, y con ella la vida. Poco después fallecía. El ídolo se hizo mito y su apellido dio nombre a cientos de teatros, calles, instituciones y obras musicales, zortzikos, romanzas… El “Vasco navarro soy, del valle roncalés…” sigue siendo una de las canciones más populares de Navarra.
Empero, su ideología sigue bastante oculta. Dicen de él que era liberal republicano y que participó en las barricadas de la Revolución del 68, por lo que estuvo en la cárcel. También dicen que murió alejado de la Religión y, de hecho, su tumba no ostenta cruces. Como a Sarasate, también le atribuyen ser homosexual. Navarro, euskaldun, republicano, agnóstico y gay son demasiadas herejías para una tierra que, si bien le gusta blasonar la gloria del gran tenor, prefiere apañar su biografía.
Hace tiempo que no visito su casa-museo, pero espero que, al menos, estén ya las cartas a la tía Juana.
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