escritos por Josemari Esparza Zabalegi
que tuve el honor de ilustrar.
Eskerrik asko, JM!
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Navarra es una perdiz mareada. Perdiz perseguida y acosada, al final perdida, con sus perdiganas dispersas, hasta que confundidas sus querencias naturales, acaba alejándose de la ezpuenda donde tiene el nido y se posa inerte en cualquier asfalto. En Tafalla hemos llegado a atrapar perdices en la misma plaza, mareadas debajo de los coches, que sin duda tomaron por chaparrales salvadores.
Navarra hoy vive en el absurdo. Dicen que la antigua Vasconia no es vasca, que el euskera no es la lengua de los navarros, que nunca tuvimos nada que ver con los otros vascos… y sobre estos asertos montan su entramado institucional y nos condicionan la vida cotidiana. Citar en Navarra la palabra Euskalherria es “un desvarío nacionalista”, como si llamar por su nombre al pueblo más antiguo de Europa fuera un invento. Y para hacer del absurdo norma, dictan leyes que constriñen la lengua, prohiben símbolos, manipulan la educación, los libros, la prensa…
Y sin embargo, ese navarrismo actual, el que cimenta todo el tinglado político, es algo que no tiene Historia. Recién ha sido inventado y manufacturado por personas y finalidades concretas. Y digan lo que digan, fue concebido en los pródromos del 18 de julio de 1936, e incubado en los años del franquismo. Y sólo a partir de 1978 se le ceba como a un gorrín con todos los piensos del poder, hasta lograr el cuto orondo que conocemos hoy día y que se comerá, si Aitor no lo remedia, toda la perdiz navarra.
Por ser esto tan cierto, no les gusta remugar el pasado. Recientemente, en una charla sobre Arturo Campión, Juan Cruz Alli se preguntaba cómo era posible que una figura de ese calibre fuera todavía postergada en Navarra y que no tuviera el reconocimiento oficial que merece. ¿Sólo Arturo Campión? Esa es la gran paradoja del navarrismo actual: no puede recuperar a una sola figura señera de Navarra porque todos, fueran derechas o izquierdas, carlistas o liberales, blancos o negros que diría Don Arturo, han dicho lo contrario que sostiene el actual discurso oficial: que Navarra es la hermana mayor de un pueblo milenario, Euskalherria, que habla una lengua y tiene unas leyes y costumbres que definen nuestra identidad. Y por eso hoy no es “políticamente correcto” un Navarro Villoslada padre de nuestra literatura moderna; ni Hermilio de Olóriz, el bardo de la Gamazada; ni Nicasio Landa fundador de nuestra Cruz Roja; ni gigantes como Altadill, e Iturralde y Suit, diseñador de la bandera de Navarra; ni el arquitecto Ansoleaga; ni el periodista Gervasio Etayo; ni el escritor Leoncio Urabayen…, ni tantos músicos y artistas que siempre articularon con naturalidad su ser vasco y navarro.
Apenas ha habido un par de escritores que pueden considerarse ideólogos del montaje actual: Victor Pradera y Jaime del Burgo, ambos ultraderechistas del 36. ¡Y también ellos se proclamaban vascos y parte de la cultura de Euskalherria! ¿Cómo se entiende entonces la vascofobia que padecemos?
Esta nueva sección va a tratar de todo ello. De la Navarra que fue y de la que nos cuentan. Una sección para gente a la que le gustan las perdices corriendo libres por las ezpuendas, y no atontadas en el asfalto.
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