Otro relato escrito por Patxi Irurzun
que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
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Aquella era la noche más corta del año así que “no hay tiempo que perder”, pensó Iratxe. Cada chisporreteo que masticaban las lenguas de fuego de las hogueras era una oportunidad que se consumía. Cada sombra que multiplicaban monstruosamente las paredes de las cuevas, allá en Zugarramurdi, un remordimiento…
Iratxe estaba adorando al diablo, en un círculo por el que rulaban katxis de kalimotxo como sangre fresca y canutos cuyo humo dibujaban zoofílicas figuras, de brujas y machos cabríos copulando, cuando entre la marea de cabecitas que se agitaban en las galerías distinguió a su nuevo peluquero.
Iratxe estaba adorando al diablo, en un círculo por el que rulaban katxis de kalimotxo como sangre fresca y canutos cuyo humo dibujaban zoofílicas figuras, de brujas y machos cabríos copulando, cuando entre la marea de cabecitas que se agitaban en las galerías distinguió a su nuevo peluquero.