La chavalería del Taller de Teatro del Instituto Navarro Villoslada de Pamplona montó el curso 1998-1999 una versión dramatizada de Misericordia, de Benito Pérez Galdós. Como siempre, bajo las órdenes de Ignacio Aranguren.
Por segunda vez consecutiva me ofrecieron encargarme del cartel y del programa de mano y, como ya sería costumbre a partir de entonces, me puse al tema con el fotógrafo Adolfo Lacunza; una colaboración que llega hasta hoy. Adolfo lleva muchos años trabajando con el taller y tiene el culo pelado para montar unas sesiones de fotos increíbles con jóvenes actores sin experiencia, sacando lo mejor de todos ellos. Es una gozada trabajar con este material.
Tratándose de una obra tan dramática, el cartel salió oscuro por sí solo. En la parte superior aparecen los protagonistas, y en la inferior una imagen más coral. A veces me resulta complejo manejarme con estas leyes no escritas. Las obras del Taller son corales en su mayoría, y para los alumnos es una experiencia muy importante. Por eso agradecen el mayor número de rostros en el cartel final. Generalmente, se trata de su única experiencia de calado sobre las tablas, y resulta un recuerdo bonito para ellos.
En el centro del cartel, dos manos en actitud de pedir conforman un corazón. Así se subraya la presencia permanente de la mendicidad en la obra y se muestra de refilón el leit motiv de la historia de amor que la hilvana.
El tratamiento del color se hizo en sepias, porque así me lo inspiraba el tema galdosiano.
Por segunda vez consecutiva me ofrecieron encargarme del cartel y del programa de mano y, como ya sería costumbre a partir de entonces, me puse al tema con el fotógrafo Adolfo Lacunza; una colaboración que llega hasta hoy. Adolfo lleva muchos años trabajando con el taller y tiene el culo pelado para montar unas sesiones de fotos increíbles con jóvenes actores sin experiencia, sacando lo mejor de todos ellos. Es una gozada trabajar con este material.
Tratándose de una obra tan dramática, el cartel salió oscuro por sí solo. En la parte superior aparecen los protagonistas, y en la inferior una imagen más coral. A veces me resulta complejo manejarme con estas leyes no escritas. Las obras del Taller son corales en su mayoría, y para los alumnos es una experiencia muy importante. Por eso agradecen el mayor número de rostros en el cartel final. Generalmente, se trata de su única experiencia de calado sobre las tablas, y resulta un recuerdo bonito para ellos.
En el centro del cartel, dos manos en actitud de pedir conforman un corazón. Así se subraya la presencia permanente de la mendicidad en la obra y se muestra de refilón el leit motiv de la historia de amor que la hilvana.
El tratamiento del color se hizo en sepias, porque así me lo inspiraba el tema galdosiano.