que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
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Cómo cambian los tiempos –pensó el Padre Karras.
Echaba de menos aquellos esputos verdes de las endemoniadas resbalándole por la cara, aquellos mensajes diabólicos dibujados desgarradoramente sobre sus núbiles pieles, aquellas voces preguntando dulcemente por la guarra de tu hija, en definitiva aquella emoción de un exorcismo de verdad, de los de antes, cuando el demonio todavía no se había vuelto burgués, tumbado a la bartola dentro de la caja tonta –Juan Pablo (dos palitos) dixit: “la televisión es el anticristo”– y ¡ala!, que hicieran todo el trabajo los homosexuales gritones de los programas del corazón, y las nalgas de las jugadoras de voley-playa, y Homer Simpson, vaya un ejemplo para la sagrada institución familiar…
Echaba de menos aquellos esputos verdes de las endemoniadas resbalándole por la cara, aquellos mensajes diabólicos dibujados desgarradoramente sobre sus núbiles pieles, aquellas voces preguntando dulcemente por la guarra de tu hija, en definitiva aquella emoción de un exorcismo de verdad, de los de antes, cuando el demonio todavía no se había vuelto burgués, tumbado a la bartola dentro de la caja tonta –Juan Pablo (dos palitos) dixit: “la televisión es el anticristo”– y ¡ala!, que hicieran todo el trabajo los homosexuales gritones de los programas del corazón, y las nalgas de las jugadoras de voley-playa, y Homer Simpson, vaya un ejemplo para la sagrada institución familiar…