Ya he publicado antes en esta pantallica los dibujos que hice para ilustrar El Hilo de Ariadna. Y es una verdad indiscutible que las cosas no siempre salen como uno pretende a la primera. Puede, incluso, parecerlo. Pero seguidamente puede suceder que al cliente no le termine de convencer y la devuelva al agujero del que nunca debió salir.
Por eso el boceto de arriba.
Al imaginar el Minotauro por lo que describía el texto, se me ocurrió que el bicho era el personaje más real de cuantos aparecían en la historia. El más auténtico, con sus contradicciones y todo y el que más pisaba el suelo. Así que me pareció la mejor idea del mundo munidal no dibujarle cabeza, sino usar una fotografía para acentuar ese carácter realista:
Por eso el boceto de arriba.
Al imaginar el Minotauro por lo que describía el texto, se me ocurrió que el bicho era el personaje más real de cuantos aparecían en la historia. El más auténtico, con sus contradicciones y todo y el que más pisaba el suelo. Así que me pareció la mejor idea del mundo munidal no dibujarle cabeza, sino usar una fotografía para acentuar ese carácter realista:
Me parecía que en el contexto del relato ganaba significado y que podía ser hasta ciertamente llamativo. Error. A la Fundación Paz y Solidaridad, mis editores en este caso, no les terminaba de cuajar. Querían una cabeza de toro dibujada.
Decidí entonces que el carácter atormentado del personaje era otro motivo interesante. Pensé en humanizarlo, con un aspecto brutote y salvaje, pero humano al fin y al cabo. Le planté una melena desaliñada y una especie de mirada perdida y hasta una barba guarra, con este resultado:
Nuevo error. Me pidieron una vuelta más sobre el tema. Al fin, le tuve que cortar el pelo y definirlo con el resultado que ya conocéis. Una pena. En mi opinión, cualquiera de las dos opciones anteriores hubiera funcionado mejor.
Y a vosotros ¿qué os parece? Comentadlo, pues.
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