que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
---------------------------------------------
---------------------------------------------
Ante los rumores surgidos en los últimos días, a raíz del cacareado caso del negro de una presentadora de programas rosas cuyo verdadero nombre, un secreto a voces, es Rojo –al final, semejante mezcla de colores acaba por adquirir una tonalidad marrón, tirando como a mierdosa–, rumores que dejan con el culo al aire, por seguir con el tono escatológico, a una toda una hornada de nuevos valores literarios– porque mira que hace falta valor…–, me adhiero a la revuelta negra, salgo del armario, me echo al monte cual cimarrona de la pluma, y confieso que yo, de nombre Soledad, tal y como consta en mi EHNA (la verdad es que me la suda, con perdón, cualquier carnet, cualquier documento, que me reduzca a un número, pero ya puesta –como dirían Los Rodriguez “me gustan los problemas, no encuentro otra explicación”– voy a ser un poco desobediente y a identificarme con éste en detrimento del DNI, donde además aparezco retratada tras una gau-pasa criminal, con unas ojeras con las que tropezaba a cada paso camino del fotomatón) que yo, decía, soy quien realmente perpetra esta columna semanal.