que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
---------------------------------------------
---------------------------------------------
¿Experiencia? No. ¿Carnet de conducir? No. Servicio militar? No. Cada una de aquellas preguntas era como un conjuro que me hacía más y más diminuto frente al mostrador y también frente al mundo. El mundo siempre esperaba de uno que tuviera algo, un carnet de conducir, una licencia militar, una carrera, un trabajo fijo, y aunque uno prefiriera empequeñecerse frente al mundo no podía porque le pisaban como a una cucaracha.
—¿Puede venir mañana a las seis?
—Eso si– contesté apresuradamente, aunque quizás no pudiera: la empresa que había que limpiar estaba en un polígono industrial a las afueras y a esas horas todavía no circulaban autobuses.
—Perfecto. Entonces allí le esperamos.
—¿Puede venir mañana a las seis?
—Eso si– contesté apresuradamente, aunque quizás no pudiera: la empresa que había que limpiar estaba en un polígono industrial a las afueras y a esas horas todavía no circulaban autobuses.
—Perfecto. Entonces allí le esperamos.