que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
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La semana pasada reproducíamos fragmentos de un panfleto que nos remitía un tal X, autodenominado “terrorista cultural”, al tiempo que nos citaba, para llevar a cabo esta entrevista, a un lugar secreto al cual debimos acceder siguiendo las rocambolescas indicaciones “psicogeográficas”, que él nos iba dando a través de un móvil, siendo la última de ellas la destrucción de este último ante una oficina de Movistar. Las hipótesis que, de camino, este redactor iba desarrollando acerca de la identidad de este extraño X apuntaban hacia Luther Blisset, nombre colectivo creado por jóvenes contestarios italianos, adoptando el real del peor futbolista jamás pasado por las filas del Milán, quienes sembraron el pánico informativo en la prensa europea bombardeándola con noticias falsas, siendo la más espectacular de todas ellas la burla a un programa tipo “¿Quien sabe donde?”, al que se mantuvo en vilo siguiendo la pista falsa de un inexistente artista inglés que se habría perdido al realizar una perfomance, consistente en trazar con un recorrido en bicicleta la palabra ART sobre Europa. Luther Blisset pretende atacar conceptos artísticos a su juicio reaccionarios como el de “individuo”, asociado a la idea de originalidad y los derechos de autor, y sustituirlo por el uso de nombre múltiples, que además no facilitan las cosas precisamente a jueces y policía. Sin embargo, por ello, poco después de que la novela “Q”, firmada por Luther Blisset, se convirtiera en un éxito de ventas y fueron revelados los nombres de sus cuatro autores, Luther Blisset anunciaba su suicidio a través de internet.