que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
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No recuerdo exactamente que fue lo que le dije a ese jubilado que se juega la vida voluntariamente cada mañana entre el tráfico, en el paso de cebra, a la salida de los niños de la escuela. Él, a juzgar por la mirada que me lanzó, como si fuera un marciano, creo que lo recuerda todavía mucho menos. En todo caso era algo en euskera; o en un idioma que remotamente se le pareciera. Quizás el propio marciano.