que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
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Señora directora: le escribo en representación del Sindicato de Extras y Figurantes. Pertenezco a una familia de rancio abolengo en el ramo de la figuración. Trepando por mi árbol genealógico es posible remontarse incluso hasta el antiguo Egipto, donde una de mis antepasadas oficiaba como plañidera. Las plañideras, como es sabido, acompañaban los cortejos fúnebres tirándose de los pelos y con una teta al aire, derramando lágrimas gruesas como pequeños planetas que se extinguían junto con el difunto, al que ellas, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones no conocían. A pesar de todo ello su oficio gozaba de un reconocido prestigio, dado que su misión era “mantener le energía creadora que tenía que sobrevivir a la nada”. Fue una edad dorada para nuestra profesión.