que, al igual que otros publicados en este blog,
tuve el honor de ilustrar.
Gracias, Patxi, por permitirme publicarlos.
---------------------------------------------
---------------------------------------------
El fin de semana acababa de empezar y, en consecuencia, llovía a mares. Otro viernes por la noche frente al televisor. No me apetecía volver a oír eso de ¡Patxiiiiiiiiiiiiii!, una pesadilla, casi peor que cuando los madrileños cuentan chistes de “vagcos”: Oye, Patxi (aquí acento de bilbaino que se hace una chupa con los despojos de su fimosis), así que allá estaba, mirando el único programa que no se emite a cachitos muy pequeños entre interminables bloques de anuncios: Versión española. A pesar de Cayetana Guillén Cuervo, su presentadora; o mejor dicho, a pesar de los amigos de Cayetana. Se sientan en el estudio como si estuvieran en el cuarto de estar de su casa y empiezan a contarse lo guai que es ser actor, la profundidad con que entienden el alma humana, como queda demostrado después en las pelis que protagonizan, todas esas comedias pijas con Jorge Sanz vestido de mujer, o Gabino Diego tocando la guitarra, en fin, la evolución natural de Alfredo Landa corriendo por Torremolinos detrás de un par de suecas.