2013/05/05

35 años del Taller de Teatro Navarro Villoslada


Sólo se tienen 17 años una vez en la vida. Y, con suerte, esos 17 pueden ser inolvidables y cabe la suerte de llevarlos grabados de por vida. Es mi caso, por la feliz coincidencia de encontrarme entonces con el Taller de Teatro del instituto Navarro Villoslada.

Debo reconocer que debo mucho, muchísimo –más de lo que podría ser capaz de entender, seguramente– a esa experiencia y a su director, Ignacio Aranguren.

Mil y una veces se ha ponderado el entusiasmo que hace falta para, cada curso, reunir un grupo de adolescentes de 17 años y conseguir cohesionar todas esas cabezas locas en torno a un proyecto común con los espectaculares resultados que dan testimonio de su éxito. No voy a añadir nada nuevo al respecto ni a la evidencia.

Sí quisiera dejar de manifiesto mi agradecimiento por esa formación teatral, al menos a nivel de usuario. No es algo que pueda ponerse en un currículum, pero la escuela de espectadores del taller es algo que da muchos buenos ratos y alimenta el espíritu –el interior y también el crítico–. Puede que si mi paso por el taller de teatro no me hizo mejor persona, al menos me dio los mimbres para conseguirlo un día.

Llegué en el curso 1990-91. Participé en el montaje de Quevediana. Un viaje con el Buscón a través de los Sueños, sobre textos de Quevedo y con la cuadrilla de la foto superior. Guardo, como ya he dicho, muy buen recuerdo de todo aquello. Pero lo mejor es que sólo fue el principio.

El curso siguiente, debido a la transitoria indisponiblidad del habitual y tan necesario Vicente Galbete, y como ya había dejado suficientemente claro que me gustaba dibujar, Ignacio me propone hacerme cargo del cartel de la obra y también del diseño de vestuario de La Paz. Para mí fue un honor, un orgullo y, por encima de todo, el germen de una relación con el Taller –y con Ignacio y Vicente– que no me ha dado más que satisfacciones.

A pesar de que la vida me llevó los años siguientes por otros derroteros, volvía a encontrar huecos para colarme en los ensayos y disfrutar desde la distancia de la cuarta fila del trabajo del Aranguren. Me alegro de que nunca se opusiera a que hubiera un elemento extraño, porque uno no dejaba de aprender cosas nuevas, a la vez que revivía lo que ya había conocido durante mi propia experiencia.

Los años pasaron y el curso 1997-98, de vuelta a casa, le propuse a Ignacio diseñar un cartel y un programa de mano para El son que nos tocan. Y ahí sí, comenzó una colaboración que ha perdurado hasta hoy. Un auténtico lujo, en el que he podido hacer siempre, con mayor o menor acierto, lo que me ha dado la gana. Unos años en los que he disfrutado como un niño pequeño con las sesiones de fotos de Adolfo Lacunza, con los formatos que proponía Vicente. Un tiempo en el que, si no como intérprete, me he sentido parte del Taller. Y eso no tiene precio, ni tampoco creo ser capaz de expresar lo bonito que ha sido.

El sábado 5 de mayo el Taller de Teatro Navarro Villoslada se despidió, al menos de su formato original, con Ignacio Aranguren al frente (o detrás, según se mire). En un concurrido acto en el que ha sido su principal escenario nos reunimos varios cientos de ex componentes de sus diferentes promociones. Una nutrida representación que acudió a la llamada de su director para aplaudir y agradecer estos 35 años de labor teatral, educativa y humana, al margen de la incomprensible indiferencia de las autoridades educativas. Es una pena que algunos no hayan entendido ni aprendido nada en todo este tiempo. En cualquier caso, ahora vendrán otros –espero– que harán otras cosas diferentes. Sólo espero seguir enredando con Ignacio en los charcos en los que chapotee en el futuro.

Otra vez, gracias por haberme permitido compartir estos años. Un lujo.


PD. Un saludo a Ana, Beatxu, David, Iosu, Itziar, Goiko, Pizo, Vicky… Fue un placer veros tras tantos años. Y un recuerdo para el resto de quevedianos, a los que espero volver a ver en otra de estas.

* * * * *

Entrevista que el ex componente del taller Javier Domínguez realizó a Ignacio Aranguren en su programa La noche despierta de Radio Euskadi:


Y un poco de autobombo: Los carteles que realicé desde el curso 1997-98 hasta hoy.



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